lunes, 14 de diciembre de 2009

DEL PITITO A LA PIJA












No tengo idea cuando me di cuenta que tenia una pija. Si, una pija, una polla, dirían los españoles. O sea, el criterio de pija, el concepto, hace que eso que estuvo siempre alli, sea tomado en cuenta como el “arpón” capaz de producir satisfacción, mas si entra en un agujero, vaginal, anal o bucal de otro, en mi caso de una fémina, sea una niña, en sus comienzos, luego una adolescente o una mujer. Pero remontándome en el tiempo debe de haber sido por mi infancia, a los 9 o 10 años.

En la prehistoria de mi pija, existía el “pitito”, elemento infantil que al comienzo las mujeres, especialmente de mi familia, tomaban entre sus manos, y me ayudaban a hacer pis, luego fue mear.

Una tarde llego a nuestra guarida, una casa abandonada en el barrio donde me crié, el màs grande de nuestra barra, Saverio, y nos contó de las bondades de algo llamado paja que se hacia tomándonos el pitito, frotándolo con nuestras manos (la técnica aun no estaba depurada), hasta sentir un hormigueo placentero.

Ahhh, después del mantecol y el dulce de leche, eso era como lo máximo. Asi que alli, y por comentarios del tano Saverio, supe que se debía frotar…la pija!!! ¿Qué era aquello? Bien, me explico que era el en ese momento fenecido “pitito”, que sacaba su DNI con el nombre de pija, verga, choto, pedazo, etc.

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